Sin decencia
Hay que construir un régimen de propiedad intelectual adaptado a la cultura digital y liberado de lobbies sin decencia. El proceso abierto por el magistrado de la Audiencia Nacional Pedro Pablo Ruz contra la dirección de la SGAE encabezada por Teddy Bautista y contra su testaferro Rodríguez Neri, gestor de lo que el juez denomina la trama empresarial parasitaria de la SGAE, saca a la luz los entresijos podridos de uno de los escándalos institucionales más esperpénticos en un país que se cree moderno. Una sociedad privada, sin apenas tutela de una administración que abdicó de sus responsabilidades en este ámbito, se dedica a recaudar para su propio beneficio derechos de autores de los cuales el 90% no tienen ni voz ni voto en ese proceso. La justicia juzgará los delitos de apropiación indebida y administración fraudulenta que se imputan a Teddy Bautista y socios. Pero el auténtico escándalo es la impunidad con la que vienen operando desde hace muchos años bajo el manto protector de gobiernos de todas las tendencias, tildados desde la SGAE como idiotas del Ministerio de Cultura de los que hay que aprovecharse, según grabaciones de la Guardia Civil.