«... Me pregunto si, al hacerme viejo, me volveré reaccionario. Cuando me siento con las piernas desnudas sobre escay, mi piel no resbala, rechina. He engañado a dos mujeres; se lo dije: a una le dio igual, a la otra, no. Bromeo con la muerte. No me gusto. No me detesto. No me olvido de olvidar. No creo que exista Satán. Mi ficha policial está en blanco...».