
Sin detener el paso

Septiembre 2011
Carlos Aguerrea
Cada día nuestra tierra se desangra por mil heridas abiertas. Cada día nuestra vida comienza en medio de un drama. El corazón sensible y soñador no puede ignorar tanto dolor, no puede dejar que la indiferencia lo congele y que el miedo lo aprisione. Él palpita con la vida, llora con el sufrimiento, se agita con la indignación y madura con la solidaridad. Y aunque pocos repitan nuestros cantos, nuestro corazón humano, apasionado y siempre joven, seguirá luchando, sin detener el paso.
¿Lo quieres? ¡Lo tienes!