El cuento de la criada
En el estado de Gilead las criadas forman un estrato social pensado para conservar la especie. Las mujeres fértiles que integran esta clase, y que destacan por el hábito rojo con que se cubren hasta las manos, desempeñan una función esencial: dar a luz a los futuros ciudadanos de Gilead. Sin embargo, en un mundo antiutópico asolado por las guerras nucleares, gobernado por un código extremadamente severo y puritano, que castiga con la pena de muerte a quien se aparta del sistema y en el cual la mayoría de la población es estéril, engendrar no resulta fácil. Existe siempre el temor al fracaso y la amenaza de la confinación en la isla de seres inservibles más allá de las alambradas que rodean la ciudad y del alto muro donde cuelgan, para que sirva de ejemplo, los cadáveres de los disidentes. El cuento de la criada es el testimonio de una de esas "figuras de rojo" que deambulan por Gilead. Defred rememora fragmentos de su pasado en lo que fue Estados Unidos, observa el presente y a los individuos que la rodean, y conserva aún las cenizas incandescentes de la rebeldía en su mente y del deseo en su cuerpo. El cuento de la criada es una obra fundamental de Margaret Atwood que se ha comparado con Un mundo feliz y 1984.