Antes y después del 12M
El debate es profundo e intenso pues en las bases del movimiento está la metodología que llama a replantearse las cosas una y otra vez por la oposición de la cultura mediática y, sobre todo, la clase política que se ha esforzado en pedir cuentas, una y otra vez, a un movimiento que nació para pedirles cuentas a los políticos.
A pocos días de que nos plantemos en el 12M las tensiones se avivan, el debate se reabre y nacen nuevas interpretaciones y matices. La tesitura es triste pues la energía de mucha gente en tanto que encontrar trabajo cada vez es más difícil se centra en la propia lucha activa hackeando los espacios, elaborando y cuidando el procomún como es la calle o haciendo pedagogía a través del ejemplo que supone el hacer política en las asambleas de barrios. Pero el miedo, subrayemos esta palabra, se posiciona en todas las que tratan de promover el cambio. El ahogo al que se está sometiendo a la sociedad a base de eufemismos ‘de esfuerzo y ahorro’ por parte del gobierno dificulta las acciones, bloquea y consigue, seamos sinceros, lo que se propone: Parar el replanteamiento de un sistema que se antoja en subsanar y sanear las cuentas a base de tijera dejando de lado el que es el problema de raiz como es la cultura del mercado y el marco de una deuda que crece al mismo tiempo que se compra en pos de su bancarrota.