¿Por qué cuando hablamos del 25S no estamos hablando del 25S sino de nosotras mismas?
Empezó a colar la convocatoria a principios de verano: oleada de recortes, viernes a viernes: sucesivos nuevas afectadas, peña nueva en las protestas y cambios naturales de discursos y prácticas. Paranoia sobre las convocatorias marca-blanca: detrás del 25S tenía que estar un grupo populista de derechas, casi neo-fascista. El manifiesto inicial (con todos los defectos que tenía en estrategia) parecía en contenido (renta básica, proceso constituyente, crítica a mercados y al bipartidismo...) el manifiesto de la izquierda social de este país. Pero seguro que había un grupo neo-derechista detrás.
Opiniones, muchas. Pero actitudes sólo hubo dos: quienes miraron al 25S desde los ojos de activista que quería conocerlo desde abajo y quienes miraron con los ojos del que mira desde fuera: no es obligatorio estar en todas las iniciativas, pero sí lo es mirarlas con ojos de activistas sabiendo que había compañeras por todas conococidas participando, a nada que se informara una.
El fin de pasado se ha reinventado el 25S y ahora todo son dudas: ¿qué tipo de acción se promoverá al final?, ¿qué manifiesto, qué discurso?, ¿ganará quien quiere una convocatoria democrática o quien la quiere en derecho de chiringuito?, ¿lograremos evitar que nadie se apropie tergiversando la iniciativa?