Estúpidos y aburridos (hipsters)
El barrio donde vivo está mutando hacia sorprendentes territorios. Un viejo local, con tan solo cambiar ciertos elementos, se convierte en un estupendo bar vintage. El estilo de esta época: lo viejo y antiguo conservan una rabiosa actualidad. Los nuevos empresarios son ilusionistas. La búsqueda de la autenticidad juega siempre con piezas muertas, zonas en llamas, territorios mutilados. Lo subcultural es un complicado bricolaje casi indescifrable y el pasatiempo favorito es aquél en que un hipster, tras negar tajantemente que lo sea, crítica a su vecino porque es un “patético hipster”. Todos buscan algo que ya se sitúa en los confines del mundo y para alcanzar esos lugares primero hay que atravesar rincones ocultos, saltar tapias, burlar la noche, caminar hasta destrozar las zapatillas. O quizás no... la poesía está en todos los lugares y al mismo tiempo en ninguno, pero hemos perdido la capacidad para ver lo no visto y la experiencia diferida se prefiere a ser testigo directo.