El agujero blanco
Y está el amor. No hablo de la comisión de Espiritualidad ni de la subcomisión de Abrazos Forzados, de la que hay que huir como de la peste. La única cosa que debe ser verdaderamente espontánea es un abrazo y no hay ninguna diferencia entre imponer una caricia o imponer un látigo. Pero el amor es central en la acampada de Sol, como lo fue en la plaza de Tahrir en El Cairo o en la Qasba de Túnez. Lo espontáneo es, sí, la organización; y lo espontáneo, apenas uno se siente parte de otro cuerpo, es la solidaridad, la paciencia, la delicadeza, la atención, el cuidado, el sacrificio, los buenos modales. Lo dijo Aristóteles hace 23 siglos: “lo propio del enamorado es sentirse y querer ser bueno”. Hay que cambiar el mundo, “desordenarlo” mucho, para que nos volvamos organizados; hay que cambiar el mundo, “desordenarlo” mucho, para que nos sintamos y queramos ser buenos.